viernes, 26 de julio de 2013

La mascota de Tory

Sin primera lectura ni corrección de ningún tipo.     


iguana

     Estaba sentado comiendo el desayuno caliente, comida rápida que compró mi mamá a unas calles de la casa, cuando la puerta principal se abría dejándome tenso. Acababa de ver por televisión una noticia acerca de robos domiciliarios. Era verano y hacían énfasis en que los ladrones no tienen vacaciones. Me comía mis gorditas de papa con muy pocas ganas. El día anterior había cenado ni más ni menos que séis pedazos de pizza y, aunque si tenía hambre, por nada podría acabarme las cuatro gorditas de papa que yacían calientes en el plato de unicel. El sonido de la puerta principal abrirse interrumpió mi atención y como una caricatura exageré la tensión de mi cuerpo para escuchar la voz familiar de mi mamá o de mi hermana. Yo estaba completamente sólo en casa en esos momentos. Habían abierto la puerta con mucha prisa, casi con violencia. Oí dejar unas llaves encima de la mesa y pensé: Los ladrones no las usan.
     Volví a darle una mordida a mi segunda gordita de papa.
Por la cocina entró mi hermana, que iba bien vestida porque venía de tomar un curso en la mañana. Si ya había vuelto quería decir que eran más de las dos de la tarde.
—Hola ¿por qué tanta prisa?
—¿Apenas estás desayunando?
—¡Ya no quiero! Ayer comí seis pedazos de pizza. Aún están en mi —Hablé como quien sufre por amor
     Mi hermana ponía a cargar su celular cerca de la mesa de la cocina, en un enchufe que tenía una silla justo enfrente, donde lo dejó conectado.
—Ya no vas a regresar, ¿no?
—No, pero al rato voy a irme al cumpleaños de Tory. Le estamos cooperando para comprarle una iguana.
—¿A ella le gustan las iguanas? —Viendo su celular me dijo que sí con la cabeza— ¿Y qué pasa si la mamá no quiere? Si te regalaran una iguana a ti, a mi mamá no le gustaría.
—Ay, Tory siempre que voy a su casa le trae a su mamá una gato nuevo  lo único que dice su mamá es "Ay Edith" —Mi hermana se desesperó con su celular y antes de que se fuera de la cocina le dije:
—¿Se llama Tory Edith? —Mi hermana me vio sorprendida, como si hubiera hecho un truco de magia impresionante, o algún tipo mentalismo digno del diablo.
—¿Cómo sabes?
—... Me acabas de decir.
—Ah, si —y sonrió sabiendo que acababa de verse muy taruga.
—¿Y cuántos cumple? —Para este momento ya había decido que dos gorditas era un desayuno bastante completo. No podía con una mordida más para la tercera.
—18 —¡Vaya! Tory siempre pareció más grande que mi hermana. En estatura ni se diga.
—¿Y Tory no sabe que le van a comprar una iguana?
—No. Yo estoy organizando esto. La iguana cuesta 300 pesos. Le pedí a cada uno de sus amigos 50. Dicen ser muy sus amigos, pero mira, cuando les pedí los 50, ninguno quería.
—50 pesos no es nada.
—Ya se, pero mira —e hizo un gesto con las manos—. Yo conozco a todos los amigos de Tory, pero no todos se conocen entre ellos. Somos ocho los que estamos cooperando y se supone que va a venir una amiga a las 3 ¿Qué horas son?
—No sé. ¿Por qué no le hablas por Facebook?
—Ya le mandé un inbox pero no contesta —y seguía haciendo no-se-qué en su celuar.
—¡Un momento! 50x8 no son 300 —Miré a mi hermana como si la desconociera, sonriendo en todo momento, admirado ante la maldad que estaba haciendo y que no tenía pensado contarme— ¡Te estás quedando con cien! —Se rió. La había atrapado.
—Yo organicé esto. Además, con el dinero pienso comprarle otras cosas. Pulseras y cosas así.
—¿Y si te descubren?
—Claro que no, no se conocen entre ellos
     Mi hermana volvió a salir por la puerta principal a encontrarse con su amiga, que había llegado puntal, y ambas se fueron en el auto.