Cuando me dijeron que
la gran dicha, aquella oportunidad exclusiva de trabajar en el
Oxxo, era una oportunidad con restricciones:
«Sólo tenemos disponible en el turno nocturno», se me encogió el estómago.
—Me parece
bien.
—¡Excelente!
¿Cuándo puede comenzar?
—Lo más pronto
posible.
El lunes a las siete
ya lustraba mis zapatos.