Hablarte es demostrar que sigo a flote.
Si en ella pienso, las paredes se esconden y el camino a su encuentro lo vuelven llano y directo.
Hablarte es demostrar el ansia que escondo.
Cuando nuestras bocas apartadas y nuestros ojos se reencuentren, cuando el aire frío abandone nuestros cuerpos y en la mente ahonde un sólo pensamiento, te hablaré. Te hablaré del tiempo perdido y de lo que vi en ti a cada instante: situaciones, sueños, detalles. Cantaré para ti las horas de ausencia y perseguiremos juntos nuevos tiempos.
Hablarte es demostrar que el corazón sigue crispado y la estela de perdón se hizo refugio donde juré desinterés y desamparo.
Pero el aire sigue frío.
No me quedaré. No puedo quedarme. Permanecer hincado admirando las flores con este incendio tras de mí que amenaza con devorarme. No, no me quedaré a recibir la cálida luz, los rayos. No me quedaré cuando las horas pasen y la noche me encuentre con los pies cansados.
Al final del camino estás sobria.
Seria.
Anda, dame una sonrisa. Déjame contarte lo bien que me siento.